Rusia incrementa su presión en el frente de Kupiansk, en la anexionada región ucraniana de Lugansk, para retomar su control y proseguir el avance a Járkov, una de las ciudades más castigadas en la guerra con Ucrania, sin bajar la intensidad de los combates en Bajmut, en el norte de Donetsk.
"El enemigo mantuvo una importante presencia militar en Kupiansk y Liman con el fin de evitar que nuestras unidades se movieran en otras direcciones", informó el mando militar ucraniano en su parte de guerra.
El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas añadió que las tropas rusas castigaron con su artillería 13 asentamientos en la línea del frente en esta región, recuperada por Ucrania durante su contraofensiva de septiembre del año pasado, que significó un duro golpe moral a Rusia.
El estadounidense Instituto de Estudios de la Guerra (ISW) confirmó que "las fuerzas rusas continuaron las operaciones ofensivas al noreste de Kupiansk".
El avance hacia Kupiansk e Izyum le volvería a abrir a las fuerzas rusas la posibilidad de atacar desde el norte Sloviansk y Kramatorsk, los principales bastiones ucranianos en el Donbás, además de avivar la amenaza a Járkov, la segunda ciudad más importante de Ucrania.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, denunció que "solo desde principios de este año, en menos de dos meses y medio, más de cuarenta misiles enemigos ya han golpeado Járkov".
El mandatario ucraniano afirmó que Rusia, "el Estado malvado", usa una variedad de armas -"misiles y artillería, drones y morteros"- con un único objetivo: "destruir la vida y no dejar nada humano".
Zelenski denunció que los bombardeos rusos acabaron este sábado con la vida de tres personas en Jersón (sur) "que simplemente fueron a una tienda a comprar comestibles".
Rusia se ha convertido, en su opinión, en "sinónimo de terror" y "será ejemplo de derrota y justo castigo de este terror".