

redaccion Limay
LIMAY.PE
Lima, 23 de June de 2025
Actualizado el 23/06/2025 08:06:10 am
Aunque parezca un conflicto lejano, la reciente escalada entre Israel e Irán podría sentirse con fuerza en el Perú, y no precisamente en los titulares, sino en el bolsillo de millones de ciudadanos. En abril de este año, Irán lanzó más de 300 drones y misiles hacia Israel, en respuesta a un ataque israelí contra su consulado en Siria, que dejó varios líderes militares iraníes muertos. Es la primera vez que ambos países se enfrentan directamente y no a través de terceros. El mundo contuvo la respiración, pero la economía global ya empezó a moverse… y no hacia un buen rumbo.
El conflicto no es nuevo. Irán no reconoce a Israel como Estado y lo considera su enemigo por motivos religiosos, ideológicos y políticos. Israel, por su parte, ve a Irán como una amenaza directa por su programa nuclear y por financiar a grupos armados como Hezbolá y Hamas. Lo que por años fue una guerra en la sombra se ha vuelto abierta, y lo preocupante es que ambos actores están ubicados en una de las regiones más sensibles del planeta: Medio Oriente, zona clave para la producción y distribución de petróleo a nivel global.
Esa es la primera alerta. Cuando hay tensiones o guerra en Medio Oriente, el precio del petróleo tiende a subir. Y si sube el petróleo, el impacto se siente de inmediato en países como el Perú. ¿Cómo? En primer lugar, el gas doméstico —que millones de peruanos usan a diario para cocinar— sube de manera automática. En muchos hogares, un balón de gas que antes costaba 45 soles puede llegar a 55 o más. Y eso, para familias que ya hacen malabares para llegar a fin de mes, es un golpe directo y doloroso.
El segundo impacto está en la gasolina y el transporte. Si el petróleo se encarece, subirán los precios del diésel y la gasolina, y con ello también los pasajes del transporte público, el costo de los taxis, los fletes de carga y los envíos. Todo lo que se mueve, se encarece. Y cuando el transporte sube, los productos de la canasta básica también lo hacen, porque los alimentos deben ser transportados desde el campo o los centros de abasto hacia los mercados de la ciudad.
Esto no es una suposición. El propio presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde, advirtió en una reciente conferencia que si el conflicto en Medio Oriente se prolonga, las consecuencias para la economía peruana “serán nefastas”. Velarde explicó que un aumento sostenido del precio del petróleo podría presionar aún más la inflación, alterar las proyecciones económicas del año y golpear, sobre todo, a los sectores más vulnerables del país.
Y es que hay una realidad que no se puede ignorar: hoy muchas familias peruanas ya viven al límite. Con una inflación acumulada en los últimos años, empleos precarios y sueldos que no suben al mismo ritmo que los precios, una nueva alza en productos esenciales como el gas, los alimentos y el transporte podría ser el punto de quiebre para muchos hogares. Ya no se trata solo de economía, sino de supervivencia diaria.
Además del efecto interno, la incertidumbre en los mercados internacionales también puede impactar el tipo de cambio. Un dólar más caro encarece las importaciones, desde alimentos hasta medicinas, lo que suma más presión al consumidor final. Todo esto ocurre mientras el conflicto aún no ha llegado a su punto más crítico, lo que deja a la economía global —y a la peruana— en una posición de gran vulnerabilidad.
Lo que pasa entre Irán e Israel no es solo geopolítica internacional. Es también una cadena de efectos que, tarde o temprano, se siente en el mercado, en el grifo, en la olla… y sobre todo, en el bolsillo de todos los peruanos.