[INFORME] COVID-19: Conclusiones tras un año conviviendo con la pandemia

Desde el primer caso detectado el 6 de marzo del 2020, el Perú ya ha registrado más de 47 mil muertes y 1,3 millones de contagios. El coronavirus ha dejado secuelas en el sistema de salud y la economía del país


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Guillermo Oshiro

LIMAY.PE

Lima, 06 de marzo de 2021

Actualizado el 06/03/2021 02:32:30 am

El 6 de marzo del 2020, el temido COVID-19 pisaba el país. Infiltrado en el cuerpo de un joven de 25 años llegado desde Europa (había estado en España, Francia y República Checa antes de arribar a Lima), este amenazante virus de la lejana Wuhan empezaba una dramática historia de mucho terror y muertes. Incontenible, el silencioso e invisible enemigo fue arrasando con todas nuestras defensas y, exactamente un año después, continúa su impiadoso exterminio.

Alerta: Se registraron cuatro sismos en el país durante la madrugada

Quiero enviar un mensaje de tranquilidad a la población. Debemos mantener la calma, confiar en las capacidades de nuestro sistema de salud y continuar con las acciones de prevención, como lo venimos haciendo, tanto autoridades como ciudadanos”, fue el mensaje del aquel entonces presidente Martin Vizcarra.

Aquellas palabras no se acercaron para nada a la realidad. Después de doce meses de aquella declaración optimista, dos inmensas olas de contagios han afectado a 1.344.969 personas y generado 47.089 muertos. Ha desnudado todas las incapacidades de un país para contener al COVID-19.

Sistema de salud

Si ya era deficitario antes del coronavirus, nuestro sistema de salud no solo colapsó, sino también dejó expuestas todas las políticas de Estado que en los últimos tiempos se preocuparon poco y nada de un sector que hoy todos reconocen como un bien esencial.

Con hospitales precariamente equipados, la situación degeneró tanto que en algún momento cerca de 1.400 pacientes debieron esperar por una cama UCI. Hoy la cifra ha bajado un poco, pero la unidad de cuidados intensivos en todos nuestros nosocomios sigue siendo un área intransitable.

El último reporte de la Superintendencia Nacional de Salud señala que de 2.062 camas UCI en todo el país, entre hospitales del Estado y clínicas privadas, solo quedan disponibles 117, casi todas en ciudades de nivel de riesgo alto, las menos afectada por la pandemia.

Luego de la primera ola, nada se hizo para resolver este problema, como tampoco se solucionó la escasez de oxígeno medicinal. Según precisó el ministro de Salud, Óscar Ugarte, se requieren 444 toneladas cada 24 horas para auxiliar a todos los pacientes y el déficit es de 100 a 110 toneladas por día. La llegada de oxígeno desde Chile ayudará a palear en algo este grave problema.

El gran problema es que nuestros hospitales dependen de la producción y distribución de oxígeno del sector privado, cuando en el primer mundo los centros de salud suelen tener sus propias plantas para evitar precisamente este tipo de deficiencias. Pero se requiere una gran inversión para ello y los últimos Gobiernos no lo han considerado como un tema prioritario. Y las consecuencias se están sufriendo.

Se olvidaron de la salud y ahora pagamos las consecuencias. Es que el gasto en salud no rinde resultados en el corto plazo. Lo que inicia alguien, luego lo inaugura otro. Ni los gobiernos ni los congresistas han entendido la importancia de la salud”, explicó el médico salubrista de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Ernesto Gozzer.

La Organización Mundial de Salud indica que el gasto público en salud del Perú es el 3,2?l PBI, que está debajo de la media de América Latina que es de 4,2%.

El otro grave problema del sector es la falta de manos en la primera línea de atención contra el COVID-19, ello generado también por la poca capacidad de incentivación del Estado. “Como profesionales de la salud, ya no podemos atender más. No hay recurso humano”, se quejó el presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva, Jesús Valverde.

Factor económico

Pese a las recomendaciones del Colegio Médico del Perú, ni durante la primera ni en esta segunda ola el Gobierno ha priorizado la salud. En ambos casos, las presiones del sector privado para reactivar la economía forzaron a que las cuarentenas establecidas sean más flexibles de lo sugerido por los epidemiólogos.

La gente se muere de hambre, tiene que salir a la calle para comer”. Con absoluta razón, la justificación de reabrir los negocios parecía ser un riesgo necesario. Las cifras fueron contundentes: el 2020 la economía del país cayó un 11,1%., el mayor retroceso en 30 años según informó el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Ese primer confinamiento de marzo a junio tumbó el producto bruto interno (PBI), explicó el INEI. Pero es la misma situación que viven, en mayor o menor grado, la mayoría de países que está siendo golpeado por el COVID-19.

La segunda ola está ganando, eso lleva a la baja las proyecciones del PBI y el empleo. Es difícil proyectar las cifras macroeconómicas del país sin saber los indicadores que dejará la epidemia”, aseveró el economista Óscar Dancourt, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Si la vacunación masiva empieza en julio, por sí misma será una fuerza reactivadora de la economía porque habrá productores de servicios con posibilidad de contacto interpersonal y de desplazamiento en las ciudades, por ejemplo: en hoteles y restaurantes, y sobre eso se pueden aplicar políticas fiscales y monetarias”, añadió Dancourt.

Cuarentenas

Aunque tuvieron algunos matices distintos, los especialistas consideran que tanto el primer confinamiento de marzo a junio como el segundo en febrero no fueron efectivos. No fueron medidas suficientes para evitar la cantidad de contagios y muertes generadas por el poco acierto.

Las medidas siguen siendo tibias y tímidas, por lo tanto, se requiere una cuarentena tipo focalizada. Tenemos tres propuestas al Ejecutivo para contener la velocidad de contagio, que se expresa en cuarentenas muy focalizadas en territorios que reúnan tres requisitos básicos: tasa de incidencia mayor a 120 casos nuevos confirmados por 100.000 habitantes; un factor R mayor de 1,3 y que tengan una tasa de mortalidad superior de 150 fallecidos por 100.000 habitantes”, exigió el decano del Colegio Médico del Perú, Miguel Palacios.

Pese a las recomendaciones, nada de ello se hizo. Durante el último confinamiento hubo un intento vago de dividir al país por zonas de nivel moderado, alto, muy alto y extremo. Sin embargo, las restricciones fueron demasiado flexibles y los resultados se pueden verificar en las cifras de contagios y muertes que todavía no confirman ese descenso que tanto nos hace creer el Gobierno.

Además, hay otros factores que suman para que las cuarentenas no tuviesen éxito. Uno de ellos se explica en una cifra: cerca del 71? la población vive de la economía informal, necesita del día a día para cubrir sus necesidades básicas.

Pese a las restricciones de horarios, las aglomeraciones en las calles eran evidentes. El escaso distanciamiento social complotó para que las medidas tuviesen la eficacia deseada, debido a que el común de las personas buscaba abastecerse en los concurridos y económicos mercados donde el contagio era latente.

Una cifra a tener en cuenta es que apenas el 21,9? hogares pobres del país cuenta con refrigeradora, según la última Encuesta Nacional de Hogares del Perú del 2019, por lo que salir día a día a comprar alimentos era una necesidad para este sector que quedaba expuesto al virus.

Para Ernesto Gozzer, los toques de queda prolongados sin dudas beneficiaron la transmisión del virus. “Lo que estoy haciendo es promover la aglomeración. No solo en el servicio esencial como son los mercados, sino también en los paraderos, en los micros… Por eso es malo tener el toque de queda tan temprano. Se trata de hacer una cuarentena inteligente, no de encerrar a la gente. Se trata de reducir las aglomeraciones y la movilización, porque el virus salta de persona en persona”, indicó.

Vacunas salvadoras

En medio de esta caótica situación, las vacunas se convirtieron en la salvación que tanto se necesitaba para evitar más muertes. El 9 de febrero de inició la campaña de inmunización con las primeras 300 mil dosis llegadas desde Beijing a través de un convenio con el laboratorio chino Sinopharm.

El segundo lote de 700 mil también sirvió para la inoculación del personal sanitario de primera línea de lucha contra el COVID-19. Al día de hoy, el Ministerio de Salud reporta 318.111 personas inmunizadas, quedando pendientes 128.322 para completar la primera etapa de vacunación.

El último miércoles arribó la primera remesa de 50 mil dosis de Pfizer/BioNTech a través de un acuerdo con el laboratorio estadounidense que hará envíos semanales. Con ello se iniciará la inoculación de adultos mayores de 60 años que se encuentran en asilos y centros geriátricos, además del personal de primera línea de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional.

En el cronograma del Gobierno se estima que este mes deberían llegar 2 millones de dosis de Sinopharm, 250 mil de Pfizer/BioNTech y otras 400 mil de AstraZeneca. Para abril se esperan 3 millones de Sinopharm, 2,35 millones de Pfizer, 1,2 millones de AstraZeneca, mientras que para julio están planificados 5 millones de Sinopharm y 2,6 millones Pfizer/BioNTech.

Estos envíos planificados nos permitirán cubrir al 61? la población, siempre que los laboratorios logren cumplir sus compromisos”, estimó el ministro de Salud, Óscar Ugarte.

Sin embargo, con la llegada de las vacunas también se destapó el escándalo de la inmunización irregular de 470 personas, entre ellas el expresidente Martín Vizcarra, las exministras Pilar Mazzetti y Elizabeth Astete, y otros altos funcionarios del Gobierno.

Todo fue camuflado a través de los ya famosos ensayos clínicos de Sinopharm que estuvieron a cargo de la Universidad Peruana Cayetano Heredia a través de su investigador principal Germán Málaga.

Además de las dosis que serían aplicadas a los voluntarios (12 mil en total, aunque cerca de 4 mil recibieron placebo), el laboratorio chino envió 3.200 adicionales para ser administradas voluntariamente al equipo de investigación y personal relacionado al estudio, pero 1.500 de ellas debían ser entregadas a la embajada de China. Así se gestó este tráfico de influencias que permitió la inmunización irregular que está siendo investigada.

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La gran oportunidad que tiene el Perú es que este tipo de escándalos, al igual que los ‘vladivideos’, nos permiten curarnos en salud. Sanear nuestras instituciones, aprender de las lecciones para que no se vuelvan a repetir. Ese es la gran oportunidad que no podemos dejar de aprovechar a propósito de este ‘Vacunagate’”, señaló el epidemiólogo en investigador Antonio Quispe.