

Guillermo Oshiro
LIMAY.PE
Lima, 03 de April de 2021
Actualizado el 03/04/2021 02:25:48 am
En tiempo de pandemia, no solo es necesario el uso de mascarillas, el distanciamiento social o el lavado de manos continuo, también es importante cuidar la salud mental, un rubro al que se le toma poca importancia, pero adquiere un rol fundamental en estos tiempos de encierro. La médica psiquiatra y terapista de familia, Vanessa Herrera, le explica a Limay.pe los riesgos a los que nos exponemos y poner mucha atención a los síntomas de trastornos que se pueden presentar.
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Luego de más de un año de pandemia, ¿cómo nos está afectando psicológicamente esta complicada situación?
Es un impacto ya severo en la población, sobre todo considerando lo que vendrá en la pospandemia. Actualmente hay un incremento en el número de personas con insomnio, con malestares en la calidad del sueño, cambios anímicos, mayor irritabilidad y todas las formas de ansiedad como ataques de pánico, dolores en el cuerpo, cefaleas y también síntomas depresivos que ya llegan a ser cuadros severos. Estamos viviendo un duelo complicado por las pérdidas que se seguimos teniendo, porque es un duelo prolongado, persistente. Fallece un familiar o amigo y luego otro más. Esa situación que se vive como una experiencia traumática va a afectar no solo la salud mental individual, sino también la familiar y de la comunidad.
Es un tema prioritario que hay que prestarle mucha atención.
Así es. En las crisis humanitarias, una de las olas que se incrementa después y durante las pandemias son los malestares emocionales que llegan a volverse crónicos, afectan la calidad de vida y se convierten en un trastorno, un problema de salud mental. Y sin duda ya lo estamos pasando.
¿Qué podemos hacer entonces en estos momentos de incertidumbre con las personas que presentan los trastornos que menciona?
Cuando vemos a que un ser querido está teniendo alguna dificultad, lo primero que debemos hacer es mantener la calma, hacer una escucha activa, no juzgarlo ni criticarlo. Debemos evitar las calificaciones como ‘pon de tu parte’, ‘tú puedes’, porque es real que las personas tengan estos malestares emocionales, que tengan estos estados transitorios como la gran mayoría. En esas circunstancias hay que mostrar afecto, estar a disposición para ofrecer el hombro, estar atento a las señales de alerta. Ver si tal vez el insomnio ya es muy persistente, si la persona está demasiado triste gran parte del día o si tiene un ataque de pánico que incluso los lleva a emergencias pensando que es COVID-19. Ver si ya está muy hipocondriaco que piensa que se va a enfermar. En esos casos lo recomendable acudir al servicio de salud mental especializado lo antes posible. También podrían llamar también a la línea 113 opción 5, que es la línea de apoyo gratuita de salud mental del Minsa.
¿Hay algún sector de la población que está expuesta o más afectada por este tipo de problemas psicológicos?
Toda la población se ve afectada, pero los que más sufren son las personas mayores. Están viendo que al final de sus vidas muchos conocidos empiezan a fallecer o están en UCI. Las pérdidas laborales, la jubilación, todo eso genera mucho malestar. También los jóvenes adolescentes que han dejado de estudiar, los que no consiguen trabajo o los que han perdido el trabajo se encuentran en una situación complicada. Nuestros adolescentes que están adaptando a esta nueva educación remota que sin duda genera mayor agotamiento y desgaste, además de frustración y sensación de soledad porque no hay un espacio de sociabilidad que es lo normal en un desarrollo de todo niño o niña.
¿Cómo se puede detectar si un adolescente, por ejemplo, está teniendo problemas?
Debemos estar muy atentos a los cambios de ánimo, si se aíslan demasiado en sus cuartos, si están demasiadas horas en las redes sociales o no tienen una red de amigos. Todos son indicadores de los efectos negativos del encierro. Si hay conflictos con los padres se puede hacer más visible la violencia en casa. Los conflictos con los hijos e hijas o una crianza con castigo complican todavía más el estado emocional de los adolescentes. Hay que tener mucho cuidado con las señales de alerta, debemos priorizar la comunicación que es siempre lo más saludable. Hay que generar un ambiente libre de violencia, de confianza y mucho afecto continuo, de modo que podamos resistir juntos todos los problemas viendo los valores y las potencialidades desde nuestro hogar.
Para los adolescentes es básico sociabilizar. ¿Es necesario que tengan cercanía física con sus amigos?
Sin duda. Pero es una situación bien compleja porque los jóvenes que van a querer salir, quieren volver a las reuniones sociales. Entonces, debemos explicar una y otra vez los límites, inculcarles la empatía social. Hablar de ello va a ser fundamental. Hay que intensificar la comunicación virtual, las llamadas con los amigos para que de esta forma nos cuidemos porque estamos en la cresta de una segunda ola.
Más allá del afecto, del cariño en el trato diario, ¿qué otras cosas se recomiendan hacer para llevar mejor esta pandemia?
Es fundamental el autocuidado. Son tiempos en que deberíamos priorizar la salud mental. Para ello la alimentación saludable y la actividad física en casa al menos por 30 minutos son necesarios. Tener amigos, no solo dedicarnos a trabajar, estudiar o nuestras labores diarias. Hay que tener un hobby, algo que nos relaje. Sin duda eso, sumado a dar y recibir afecto, será importante como también activar los mecanismos de espiritualidad. Rezar, meditar o conectar con la fe es esencial para resistir a la adversidad.
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Es evidente que hay mucha irresponsabilidad en los jóvenes que asisten a las llamadas fiestas COVID. ¿Pero es entendible que se expongan por desesperación después de tanto tiempo encerrados?
Así es, por ello es necesario trabajar en la familia, que es la principal responsable de transmitir la solidaridad y empatía social, pensar en el bien común más allá de lo que nos interesa o beneficia individualmente. Es necesario que los jóvenes aprendan a controlar los impulsos en su etapa de maduración emocional. Son los padres y familiares quienes tienen que cultivar esos valores y hablarles de la importancia del bien común y la solidaridad para cuidar a los mayores, a las personas en riego, a nuestras familias y a nosotros mismos.